Mis
50 años como profesor universitario
Guillermo van der Linde
Profesor Asociado
Escuela de Negocios PUCMM
Agosto 2018
Mi
prólogo al universo de la educación tiene sus raíces a finales de los años
sesenta, cuando me encontraba cursando la carrera de Ingeniería Industrial en
la Western Michigan University,
tiempo en el que recibí una carta firmada por Monseñor Agripino Núñez, entonces
rector de la Universidad Católica Madre y Maestra, indicándome el interés de la
institución para de que continuara mis estudios de maestría, con fines de
regresar al país como parte de su cuerpo docente. En aquel entonces, lo pensé y
comenté en mi interior que no me ¨veía¨ siendo profesor, para entonces, no tenía
la menor idea que ese sería mi futuro.
Dos
años más tarde, en el 1968, regresé al país con el título de Ingeniero Industrial
por una universidad estadounidense, un privilegio que, en ese entonces, solo
ostentamos tres personas en el país.
Inicié mis labores en la entonces Corporación de Fomento Industrial de
la República Dominicana (hoy PROINDUSTRIA), como encargado de la supervisión de
la implantación de métodos adecuados en las empresas que estaban siendo
financiadas por dicha entidad.
Una
tarde recibí una llamada de parte del Lic. Andrés Sallent de la UNPHU
solicitándome que impartiera la asignatura “Diseño de Plantas Industriales” a
los estudiantes de Química Industrial. Ante tal petición, planteé que en mis
planes profesionales nunca había contemplado la docencia. Ante esta respuesta,
me comentó que la nación necesitaba de aquellos que habían tenido el privilegio
de poder alcanzar una educación en el exterior en carreras que aún no existían
en las universidades dominicanas, y que, por tanto, éstos debían cooperar y
sacrificarse para que otros asimilaran lo que unos pocos habíamos alcanzado en
el exterior. Ante tal razonamiento e insistencia, acepté impartir la
asignatura. Desde ese momento, hasta hoy en día, han transcurrido cincuenta
años de docencia ininterrumpida.
Inicié
mis labores de docente, pero sin la menor idea de lo que esto implicaba, con la
única noción de mi experiencia como alumno. En mis inicios, con solo 22 años,
era un instructor rígido y podría decirse que arbitrario, posiblemente como
estrategia para lograr la atención y el respeto de parte de mis alumnos,
quienes, debido a los acontecimientos ocurridos en mi ausencia en abril del
1965, además del hecho de que la universidad estuvo cerrada por varios años,
eran mayores que yo, en ese momento su profesor.
Así,
llegué a un contexto donde la mayoría de sus profesores eran de la ¨vieja guardia¨
y para los que el estudiante sólo era un receptor de lo que el profesor le entregaba.
Este escenario me hizo animarme a implantar cambios, pues regresaba de un ambiente
universitario donde el estudiante tenía una participación activa en la clase,
lo que no era común entre los profesores universitarios de la época.
De
tal forma, el tiempo fue pasando y mi labor docente fue evolucionando cada día
hacia una enseñanza cada vez más participativa, en la que el rol del profesor
se orienta más bien a hacer de guía o de facilitador, en vez de sólo impartir
conferencias.
A
mediados de los años ochenta me registré como alumno de la Maestría en
Administración de Empresas, la cual se ofrecía por primera vez en el país,
gracias a una alianza con la Universidad de Carolina del Sur y la PUCMM. Dos
años más tarde me recibía como Magíster. Antes de la graduación fui llamado por
el director del programa de aquel entonces, el Dr. Beazley, solicitándome que
fuera docente de la licenciatura en Administración de Empresa, como condición
para ser enviado a la Universidad de Carolina del Sur, para la realización de
un PhD en negocios, como parte del
programa de mejora del profesorado en negocios que tenían ambas universidades. Fui
seleccionado para ser parte de dicho programa, pero por razones personales no pude
realizarlo. Así se inicia mi carrera docente en la PUCMM.
Con
el tiempo me inicié en la modalidad del uso de los casos de estudio como
herramienta para lograr una mayor efectividad en el proceso de enseñanza
aprendizaje, el cual sigo usando hasta hoy en día.
Más
adelante, inicié mis estudios doctorales en educación, concluí el DEA en el año
2005. Como consecuencia de mis estudios doctorales, he estado incursionando en
el uso de las nuevas tecnologías como herramientas para el proceso de enseñanza
y aprendizaje. Así, hoy en día utilizo las plataformas de aprendizaje y los
simuladores en línea como herramientas de mis clases. He desarrollado clases
tanto totalmente en línea como como blended.
Actualmente, me encuentro en labores de investigación sobre el uso de las
redes sociales como herramientas para la enseñanza y el resultado de la
educación y entrenamiento en emprendimiento.
Después
de cincuenta años de docencia, en mi opinión, en la actualidad no hay fronteras,
el juego ha cambiado y las reglas están obsoletas. Por lo que, el cambio en las
fronteras de la relación entre el profesorado y el estudiantado, la irrelevancia
de las fronteras nacionales y la cambiante frontera entre el presente y el
futuro, nos lleva a preguntarnos, ¿cómo crear estudiantes que realmente vivan
en el futuro y entonces interpreten las decisiones de hoy en este contexto?
¿Cómo dejar libre la imaginación? ¿Cómo convertirlos en soñadores? ¿Cómo
convertir planeadores en estrategas? ¿Cómo podemos lograr estudiantes que
fomenten la conservación del medio ambiente? ¿Cómo convertirlos en soñadores?
El
planteamiento puede estar errado y las estrategias también. Pero los educadores
no debemos evadir nuestro compromiso de liderar nuestro estudiantado al futuro,
que definitivamente es un desafío y un cambio constante.